Luego de un año 2022 extremadamente volátil para la divisa estadounidense en nuestro país, donde a mediados de julio llegó incluso a superar el nivel sicológico de los $1.000 para luego retroceder y cerrar el año más cerca de los $850, parecía que el dólar había vuelto a la calma el segundo trimestre de este año y entraba en un período de estabilidad en el vecindario de los $800. Sin embargo, luego de semanas de tranquilidad, volvemos a encontrarnos con un tipo de cambio haciendo noticia, pasando desde cerca de los $800 a fines de junio, a tocar $870 a mediados de agosto, en una depreciación del peso chileno de más de un 8% en un período relativamente corto. ¿Qué ha ocurrido y qué pensar al respecto?
Hace un par de años, en otra de estas columnas llamada “Inversión en dólares: ¿es el dólar un aliado para nuestro portafolio?”, intentábamos explicar los factores que inciden en la cotización del tipo de cambio en Chile. Y es que el dólar, como todo bien, se explica por fuerzas de oferta y demanda, sin embargo, tiene ciertas particularidades que lo hacen especial, y, además, más difícil de predecir.
En general cuando alguien me pregunta por el tipo de cambio y las razones que lo hacen subir o bajar, lo primero que intento hacer es asociarlo con algo más tangible, ya que parte de la dificultad es que el tipo de cambio parece algo etéreo. Pongamos de ejemplo un producto común y corriente como las manzanas, ¿qué hace que el precio de la manzana suba o baje? Las clásicas leyes de oferta y demanda se aplican, y llegamos a la conclusión de que un hipotético problema con la producción de manzanas que implique una reducción de la disponibilidad de ellas en el mercado las hará un bien más escaso y por ende presionará su precio al alza. Del mismo modo, si por alguna razón los consumidores desean adquirir más manzanas que antes, y la capacidad productiva no es capaz de seguir a esta mayor demanda con una mayor oferta de ellas, convertirá a este bien en un producto más codiciado y escaso, y, por lo tanto, subirá de precio. Por supuesto que ante razones opuestas ocurrirá lo contrario, de modo que un bien que se vuelve más común y corriente, o que es menos demandado, generará un exceso de oferta, lo cual hará que pierda valor.
Estas mismas leyes de oferta y demanda son aplicables al dólar, en donde la escasez o abundancia de él generan cambios en su precio, sin embargo, existen ciertas particularidades. Por ejemplo, es bastante común encontrar personas que especulan con el tipo de cambio, algo que es difícil de ver del mismo modo en el mercado de alguna fruta. ¿Qué diferencia entonces al dólar de las manzanas? Podríamos decir que las razones que hay detrás de la oferta y demanda o las motivaciones para que exista algún cambio en estas. Una explicación más detallada de estos factores se puede encontrar en la columna anteriormente mencionada, sin embargo, un factor clave a la hora de perfilar la oferta de dólares en nuestro país sería el precio del cobre, toda vez que el metal rojo cotiza a niveles más altos, implica una potencial mayor entrada de divisas a nuestro país. Por otra parte, el dólar no es solo un bien que permite realizar transacciones internacionales, sino que también constituye un refugio ante situaciones de mayor incertidumbre, de modo que, frente a situaciones de estrés o pánico de los mercados, los inversionistas buscan refugio en monedas más duras (como la divisa estadounidense), presionando la demanda por estas y haciendo que suban de precio.
En concreto, ¿qué ha llevado a que el tipo de cambio vuelva a estar bajo presión desde julio de este año?, y, ¿hay razones para que esta tendencia se mantenga así?
En primer lugar, tenemos un diferencial de tasas de interés de Chile respecto de Estado Unidos que se estrecha, con un Banco Central en nuestro país que hace más patente la posibilidad de recortes más agresivos de tasas respecto de lo que el mercado tenía contemplado. Por su parte, la Reserva Federal en Estados Unidos señalizó la posibilidad de un aumento mayor a lo proyectado de la tasa de política monetaria, y que esta se mantenga en terreno restrictivo por un período más largo. A igualdad de condiciones, el país que incrementa sus tasas de interés fortalece su moneda, lo que ha ocurrido entonces con el peso respecto del dólar.
Una segunda razón la podemos encontrar en una mayor debilidad observada en el precio del cobre. La libra de cobre, que a principios de año superaba con comodidad los US$4,00, a finales de agosto se encontraba por debajo de los US$3,80. La caída en la entrada de divisas proyectada entonces a nuestro país presiona a la baja la oferta de dólares y presiona al alza su valor. ¿Qué hay detrás de esta caída en el precio del cobre? Principalmente una mayor debilidad de la economía de China, y en particular de su sector inmobiliario, lo que se traduce en expectativas de menor demanda de commodities industriales, y entre ellos el cobre.
Como un tercer factor, podemos identificar la incertidumbre que aún ronda a nivel internacional por el futuro de la economía estadounidense y respecto de si lograrán controlar finalmente la inflación evitando afectar de manera brusca al crecimiento económico, así como hasta dónde seguirán subiendo las tasas de interés no ya solo en Estados Unidos, sino que también en la Zona Euro, donde la presión sobre los precios se ha mostrado más persistente. Adicionalmente, existe inquietud respecto de cómo evolucionará la economía de China, a la vez que el conflicto entre Rusia y Ucrania sigue presionando el valor de algunos commodities.
En términos de incertidumbre, a nivel local si bien hemos presenciado una reducción relevante en el riesgo país en los últimos meses, aún hay flancos abiertos en términos de las reformas de pensiones y tributaria, y el fin del segundo proceso de redacción para una potencial nueva Constitución. Por su parte, internamente nos encontramos en plena etapa descendente del ciclo económico, con una caída en la actividad que se ha producido antes que en Estados Unidos, encontrándonos entonces adelantados en lo que al ciclo económico respecta. Como hemos dicho en reiteradas ocasiones, la divisa estadounidense representa un activo refugio para los momentos de mayor riesgo.
¿Esta mayor presión sobre el tipo de cambio podría continuar?, al menos en el corto plazo pareciera que estas fuerzas e incertidumbres no se disiparían aún con claridad, haciendo que el tipo de cambio se mantenga en esta zona más próxima a los $850 que a los $800 que teníamos semanas atrás, sin embargo, como decíamos unas líneas antes, el dólar es uno de los activos más complejos de predecir.
En medio de este escenario, Hacienda anunció un plan de venta dólares hasta fin de año por US$9.000 millones, a razón de $2.000 cada mes y con un monto máximo diario de US150 millones. Lo anterior es parte de un plan que se ha realizado de manera trimestral durante el año, aunque el nivel es algo mayor, y en este caso se produce en un momento de depreciación más elevada. El anuncio hizo retroceder al tipo de cambio el primer día, al menos momentáneamente, ante las expectativas de mayor oferta de divisas, hasta un nivel cercano a los $840, aún lejos de los $800 de hace un mes y medio, reflejando el peso de las presiones que comentábamos anteriormente.
Aun cuando no se tenga plena claridad de qué valor podría tener en el futuro el tipo de cambio, tener una cartera de inversiones en que el dólar ocupe un rol protagonista siempre será una buena idea, y no por mera especulación, sino que por diversificación. Para esto y lo anterior, y sobre todo en momentos de incertidumbre como el actual, es buena idea contar con la asesoría de profesionales.