Algo de esto podría ser aplicable también en el mundo de las inversiones, donde una y otra vez hemos visto en la historia cómo los mercados atraviesan por crisis y períodos de fuertes bajas para luego de un tiempo resurgir, cual ave fénix, de las cenizas, y retomar aquella tendencia al alza que en el largo plazo es tan identificable.
Si bien, tomando un horizonte de inversión de largo plazo la tendencia al alza de los mercados accionarios es indiscutible, es igualmente cierto que dentro de dicho largo plazo cada cierto tiempo se dan períodos de incertidumbre, volatilidad e inestabilidad de los activos financieros que generan bajas momentáneas y que les dan a los gráficos esa reconocible forma de “serrucho” con pendiente positiva. Lo anterior, hace que las alzas se vean sucedidas de caídas en los mercados, y viceversa, pero que los movimientos positivos superen con creces a los negativos.
Actualmente nos encontramos justamente en medio de uno de estos períodos de mayor volatilidad, en este caso, alimentado por la incertidumbre económica que genera en varios países una inflación muy por encima de los rangos metas y la necesidad consiguiente, por parte de los Bancos Centrales en cuestión, de elevar y mantener en terreno contractivo a las tasas de interés. A nivel de mercado, y en momentos como este es que vuelven a hacerse populares algunos términos como el de “bear market” o “bull market”. Cuando se habla de “bear market” se hace referencia a un mercado bajista, el cual viene gatillado por un descenso de al menos un 20% desde el nivel máximo alcanzado anteriormente. Análogamente, un “bull market” sería un mercado alcista, el cual se genera por un alza de un 20% o más medido desde el nivel mínimo registrado previamente. En lo que al mercado bursátil estadounidense se refiere, el último “bear market” se gatilló justamente el año pasado, cuando entre los meses de enero y octubre el índice S&P 500 acumuló una caída cercana al 25%, la cual se ha venido revirtiendo paulatinamente desde entonces, pero aun sin lograr volver a recuperar los niveles de principios de 2022.
¿Qué tiene de cierto esto de que a caídas importantes; recuperaciones fuertes?, ¿Se puede esperar algo de esto en el futuro próximo? Analicemos qué ha ocurrido en el mercado accionario estadounidense, medido por el índice S&P 500 (uno de los índices bursátiles más importantes y referente de la Bolsa de Estados Unidos, compuesto por 500 de las empresas más grandes de este país), de en los últimos 50 años, enfocándonos precisamente en aquellos momentos de caídas más fuertes, es decir, fijándonos en los “bear markets” registrados hasta ahora. En el gráfico adjunto, se puede observar una relación de estos sucesos, acompañados por la magnitud de la caída, su duración, cuánto tardó el mercado en retomar los niveles máximos previos y un cálculo del retorno generado entre “bear markets”.
Con la perspectiva del tiempo, ¿Qué conclusiones podemos sacar de los últimos 50 años según el cuadro anterior?
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Si bien la tendencia al alza en el largo plazo es indiscutible (en los últimos 50 años el índice S&P 500 ha multiplicado por más de 45 veces una hipotética inversión), esto no es un movimiento parejo y se ve acompañado cada cierto tiempo de correcciones momentáneas del mercado.
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La duración tanto de los mercados bajistas (“bear markets”) como de las posteriores recuperaciones hasta lograr retomar el nivel previo son bastante variables, sin embargo, el mercado siempre ha logrado remontar las caídas y de hecho estas fases a la baja se han convertido en excelentes puntos de entrada para un inversionista con visión y orientación de largo plazo.
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A modo de ejemplo, la crisis de los años 2008 y 2009 generó una caída en el índice S&P 500 desde su nivel máximo en octubre de 2007 hasta el mínimo alcanzado en marzo de 2009 de un 56,8%. Esta caída, que se produjo en un período de unos 17 meses demoró cerca de 49 meses en ser completamente revertida, y alguien que hubiera invertido en marzo de 2009 hubiese visto un retorno de 131,9% hasta marzo de 2013, momento en que el mercado logró alcanzar nuevamente el máximo de octubre de 2007.
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Adicionalmente, alguien que hubiese permanecido invertido desde marzo de 2009, hubiese acumulado un retorno de 400% hasta el siguiente “bear market” que se produjo entre febrero y marzo de 2020.
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El más reciente “bear market” que hemos presenciado, y que entre enero y octubre de 2022 provocó una caída de cerca de un 25%, está siendo revertido en la actualidad. De hecho, desde el mínimo de octubre del año pasado y hasta mediados de junio del presente año, aun cuando todavía la bolsa no ha logrado retomar el nivel previo a la caída, acumula un alza mayor al 20%, lo que nos deja en presencia de un incipiente “bull market”. No obstante lo anterior, no tenemos claridad de cuántos meses pueda tardar la recuperación completa, para lo cual es clave que la economía nos entregue las certezas necesarias para ver si dicha recuperación tiene suficiente sustento como para ya convertirse en una tendencia de más largo plazo.
Tal como hemos mencionado en otras ocasiones, la manera en que se puede maximizar el retorno de una inversión es haciendo primar, en medida de lo posible y siempre y cuando el objetivo de inversión lo permita, la orientación de largo plazo, evitando el market timing y manteniendo la inversión en todo momento. Por otra parte, las caídas bruscas de las bolsas, muchas veces originadas en pánico y con un componente irracional asociado, entregan algunas veces oportunidades históricas de inversión si es que logramos ver la mitad llena del vaso. Para todo lo anterior, es buena idea contar con asesoría de profesionales, de modo de contar con una cartera correctamente invertida según nuestro perfil de riesgo y así, maximizar la posibilidad de lograr la consecución de nuestros objetivos.